Antes de entrar en el análisis de lo aportado hasta ahora en el sumario, hagamos una pequeña sinopsis de los hechos:
A finales de 2006 comienza la pre-campaña electoral de las elecciones municipales de Mayo de 2007. De forma prematura, en Estepona, debido a las desavenencias entre los partidos de Gobierno (PSOE-PES-PA), instigada artificialmente desde los medios locales que Valadez manejó a su antojo por las circunstancias que ya hemos señalado y que iremos desgranando, los distintos grupos políticos ultimaban sus candidaturas y el orden en la de lista de sus candidatos. Por esas fechas, se produce la asamblea del partido socialista de Estepona, con apenas 100 socios que acuden a la reunión, casi la totalidad de los afiliados. En dicha asamblea se nombra cabeza de lista a Antonio Barrientos González, quien ostentaba la alcaldía en un pacto electoral con el PES, desde los comicios de 2003, y con el PA
Pero se daba la circunstancia de que Barrientos era considerado un intruso para los miembros de una de las facciones del partido en la localidad, muy minoritaria e irrelevante pero que se hizo escuchar al amparo de la presión mediática que se ejercía sobre el Equipo de Gobierno.
Se trata de una rama socialista discrepante con la dirección provincial, aunque nunca llegó a abandonar el partido, a raíz de una nueva dirección surgida tras los cuatro años de Gobierno GIL, impuesta por la ejecutiva provincial malagueña. El perjudicado por el nombramiento de esa nueva ejecutiva, tras el batacazo electoral de 1995, fue el anterior candidato, y alcalde hasta la llegada de este último grupo político en las elecciones de 1995, Miguel Castro, así como sus correligionarios, quienes se vieron privados de sus privilegios, como le gusta decir a Valadez.
Se da la circunstancia de que, ya en aquella legislatura del PSOE en la alcaldía, anterior al GIL, uno de los concejales y primer teniente de alcalde era José Flores Simón, quien, curiosamente, fue bien acogido en la nueva dirección local del partido, que tendría como presidente a Antonio Caba Tena, quien, además, estuvo detrás del telón público como miembro de la dirección de la ejecutiva saliente desde, como mínimo, principios de los 90.
Por su parte Miguel Castro ni siquiera ejerció su papel en la oposición tras la mayoría absoluta del GIL. Se rumoreó en el pueblo que, tras su abrumadora derrota, se estableció en Málaga para estudiar derecho. No sabemos si cobrando su sueldo de concejal cargo que, en la práctica, no ejerció.
Ya desde la época de Miguel Castro, un pintor de “brocha gorda” nacido en Ronda, que personalizaba a la perfección, por su oficio, la estrategia electoral del PSOE de aquellos tiempos (principios de los 80s), quienes nos considerábamos apolíticos pero habíamos nacido aquí, en Estepona, percibíamos una cierta clase de privilegiados que habían ido medrando por su filiación al PSOE. Uno de estos medradores (tardíos por su edad) era David Valadez.
Esta circunstancia les reportaba a estos privilegiados, beneficios de todo tipo a la hora de acceder a un puesto de trabajo municipal, entre otras prebendas; como el acercamiento a inversores y contactos empresariales con intereses en Estepona, etc. Además, la permisividad hacia aquellos socios, por parte del PSOE municipal, conocedor de que se traducía en votos, daría como resultado el fenómeno conocido como “los campitos”, que se ha desbordado en los últimos años.
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