Recordemos que para Rosas Rojas y, por ende, para Valadez, Barrientos era un impostor dentro del partido. Las vueltas que da la vida hoy el impostor en la alcaldía es el propio Valadez. Curiosamente, una encuesta, cuya financiación se investiga, en esta operación o eso se desprende del artificioso sumario, daba mayoría al PSOE. Precisamente, también la campaña electoral de su partido se investiga, o se supone, por los efectos colaterales de la denuncia de Valadez. Toda una paradoja, pues, como el tiempo ha venido a demostrar, el principal beneficiado ha sido él.
No obstante, ante las protestas de esta plataforma “cultural”, y la presión mediática, conocedora de los hechos policiales que se avecinaban y cuya influencia en el PSOE fue renovada a raíz de la aparición del pacto con los “ex-gilistas” (como califica al PES la prensa “progre” de la localidad), de la cual una de las principales responsables es la propia esposa de Valadez, Mari Ángeles Cervantes, desde su puesto de redactora en la Cadena Ser local, la decisión fue revocada por la Ejecutiva Regional del partido, obligando a convocar una segunda asamblea donde su puesto en la lista resultase más beneficiado. Y así ocurrió. La lista original tuvo que ser modificada por las insistencias de Valadez, apoyado por los disidentes del partido aglutinados en Rosas Rojas, ante el órgano regional. Se dice que para avalar sus quejas presentó en los órganos de dirección socialistas, tanto de Málaga como de Sevilla, la misma documentación que aportó a la Policía. Aún así la dirección del partido defendió la inclusión de Barrientos como cabeza de lista. Incluso, según informaciones que aparecieron en el diario “El Mundo”, fue la dirección regional del partido la que convenció a Valadez y Rodríguez para presentarse en la misma lista que Barrientos. Pero, simplemente se contentó o ¿a cambio de qué?. ¿Hubo alguna prebenda de por medio?
Esta sería la primera batalla ganada por Valadez en su guerra particular contra Barrientos, pasando por encima de la voluntad popular. La toma de Estepona por parte de Valadez había comenzado a dar sus primeros frutos. Previamente la batalla se había librado en la prensa, al compás que dictaban tanto su propia esposa como sus compañeros “periodistas” amigos y afines a la progresía radical socialista esteponera, personalizada en Rosas Rojas y la generación “progre” del pueblo, conformada a cobijo del régimen que gobierna en Andalucía desde hace 30 años. ¿Qué les parece?. Su mujer en la Cadena Ser, en una línea clara de apoyo a su marido informativamente hablando (algo de lo que daremos pelos y señales en estos escritos), desde el principal medio de comunicación de Estepona, y él controlando los medios de comunicación municipales. Lobos al cuidado del rebaño...
Pero la guerra de Valadez contra su propio compañero de partido y contra quienes lo legitimaban, no había hecho más que empezar. Desde meses antes de las elecciones había denunciado a sus compañeros ante la Dirección General de la Policía en Madrid. Tal era su interés, que no le importó salpicar a un enorme número de personas inocentes, al margen de la política pero usados para darle la consistencia que no tienen sus denuncias, como el tiempo demostrará.
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