viernes, 26 de marzo de 2010

Una Operación inquisitorial (VIII)

      La clave en la que basamos la seguridad de que  Valadez defendió  los intereses de su partido, “ideología”, y por tanto el suyo propio como militante, por encima de los de Estepona, nos la da él mismo en la respuesta a la pregunta de qué hará ahora que ha perdido el apoyo de su partido:

     “No sé que es lo que voy a hacer. Lo que sí tengo muy claro es que la decisión que pueda adoptar, tanto en un sentido como en otro se va a sustentar en dos pilares básicos: Uno mis convicciones, mis planteamientos políticos, mi ideología y por su puesto la ciudad de Estepona, a la que tanto quiero y por la que me afilié hace ya muchísimos años a una formación política sustentándola en el convencimiento ideológico. Porque, por desgracia, entre todos estamos haciendo posible que la ciudadanía tenga cada vez más claro, que las ideologías no existen y que tengan el convencimiento y a veces hasta la certeza de que aquí todos somos iguales y de que esto es un baile de cifras para que se quite uno y se ponga otro. Ese no es, al menos, el modelo de ciudad que yo quiero y por su puesto yo voy a hacer lo posible, tenga responsabilidades de gobierno o no, esté en un sitio o en otro, para seguir luchando por lo que creo que es mejor para mi ciudad”.

Ni que decir tiene que "su" ciudad le importaba un bledo como han puesto de manifiesto los acontecimientos.
     Estepona, como él mismo manifiesta, queda supeditada, como así lo demostró ocultándole al pueblo lo que según él estaba pasando en su partido, a los intereses del mismo. Como pueden apreciar, basa la defensa de su ciudad en “un convencimiento ideológico” que va delante mismo del interés de la ciudad. Una ciudad que por otro lado considera como suya: “mi ciudad”.  Invito a que si entre los lectores se encuentra algún psicólogo, analice estas declaraciones dignas de un líder de la Unión Soviética como Stalin, quien dejó 100 millones de muertos y 1.000 millones de pobres. Sin ir tan lejos, se enorgullece de la ideología socialista. Aquella misma que alentaba a la “Dictadura del proletariado”, en España, en boca del conocido como “El Lenin español” (Francisco Largo Caballero). Ese anteponer la ideología por encima de todo llevó a España a una guerra civil.

   En la siguiente respuesta, por si no fuera poco, se vuelven a confirmar nuestras sospechas respecto a cuál fue el interés de   Valadez, en la toma de Estepona. El locutor le pregunta si el pacto entre PSOE y PES se mantiene. Él responde nuevamente por los “cerros de Úbeda”:

    “Pues el pacto, Joaquín, seguirá vivo mientras que las instancias del partido socialista, que tienen competencia en esta materia, pues, eh, lo permitan. Yo lo que sí te digo es que en ese sentío no soy nadie para poder pronunciar mi suerte particular, puesto que Estepona; porque así lo marcan los  propios estatutos de mi organización, está, eh, limitada por algo que se decida (no se entiende) que emanen de la propia ejecutiva nacional, que fue donde se fraguó el pac PSOE, como todos sabéis. Ya que se le dio el beneplácito  y el visto bueno y por lo tanto cualquier pacto pre o post-electoral que se haga en Estepona tendrá que tener el referéndum de este órgano del partido.”

     Más claro el agua. El interés de su partido (a nivel regional), y el suyo propio está por encima del interés del pueblo. Incluso por encima de su persona: no soy nadie para poder pronunciar mi suerte particular. Es muy típico en dictadores.
     Quiere esto decir que no cabe otra posibilidad de entender lo mejor para el pueblo sin que pase por su PSOE. El interés de su pueblo pasa por el interés de su partido y, como el tiempo pondría de manifiesto, por su propio interés en la alcaldía, aunque fuese por encima de las urnas (del Pueblo).  ¿Alguien pensaba que lo que mantenemos aquí es una mera opinión?. Él y sólo él tiene el monopolio de lo que le conviene al pueblo. Y así, mientras le mentía durante tres elecciones para defender a su partido, denuncia a sus compañeros y desvía la atención hacia el PES.

Operación  Valadez y  “El Arte de la Guerra y el desorden artificial”

     En uno de sus enfrentamientos públicos, que la prensa afín solía omitir hasta entonces  pero que durante la etapa de  Valadez fueron, curiosamente, muy aireados en la prensa local (regida en parte por su señora), Barrientos, visto la animadversión de  Valadez hacia él mismo, como líder del partido y alcalde, llegaría a referirse a éste reprochándole que “a cada cerdo le llega su San Martín”.

    Dichas palabras fueron tomadas como una ofensa por parte del delator, y desde su blog  arremetió contra su autor, “su alcalde”.  Valadez arremetía sutilmente contra Barrientos en un artículo titulado “Cerdos” y recordaba a sus lectores, once días antes del inicio de las detenciones y salvadas ya las elecciones,  la lectura del libro oriental: “El arte de la guerra”; la misma que el ya venía ejerciendo y preconizaba en su página, la citada operación que hemos denominado con su apellido. Su operación  y la toma de Estepona, disfrazada bajo la denominación errónea de Astapa.

    Pero no nos puede resultar baladí que la mención a dicho libro oriental transmite el verdadero sentido de su operación por la toma de la alcaldía de Estepona. Como admite  Valadez en su artículo sobre la guerra, queda claro que Barrientos era, pues, su enemigo. Un enemigo interno, de ahí la utilización de métodos sutiles.

    “El arte de la Guerra”, de Sun Tzu, que en principio fue concebido para llevar a cabo estrategias militares con éxito; se ha convertido en un manual de estrategias de  negocios, para las empresas multinacionales, utilizado para aprender a  quitar de en-medio, o sea eliminar, del mercado a la competencia. Aplicado en su totalidad es un libro que bien podría pasar por método para “cómo crear una dictadura político-comercial y militar”. Conceptos  que parecen gustarle al actual alcalde sobremanera, a tenor del regocijo que muestra hablando de esta obra, cuando afirma que tiene “especial predilección” por ese libro; el cual   utiliza  en su aplicación a la política.

    Por aquellas fechas calientes del verano, se celebraba en Estepona el espectáculo  ¡Viva Cuba!, donde se halagaban las excelencias del régimen comunista cubano. Y a nadie se le escapa que Valadez ha iniciado su carrera política utilizando el populismo, cuyas estrategias también parece conocer bien. Muy característico en todo tipo de dictadores. En el caso de Valadez, aprovechándose para su propia imagen personal y prestigio político, en el área de “Bienestar Social”, de la bonanza económica y de la gestión que se estaba realizando en el Ayuntamiento, por parte de los propios compañeros  del Equipo de Gobierno que él integraba y a los que después denunció.

    Valadez aludía  a la “riqueza del refranero español” en aquel CERDOS  para mostrar hasta qué extremo “nuestro alcalde y secretario general del PSOE, Antonio Barrientos, tiene razón cuando afirma que “a cada cerdo le llega su San Martín”.

    Si acaso decir, que lo bueno o malo de esta cita es que él no está exento tampoco del dictado de la misma.  He aquí algunas citas destacadas de aquel artículo que refrendan nuestra afirmación de que se trata de una guerra particular, en la que de forma implícita califica a Barrientos de enemigo, en una aptitud digna de un examen psicológico:

    “Sinceramente creo que es así, que el que la hace la paga. También estoy convencido de la certeza del aforismo que asegura que “quien a hierro mata, a hierro muere”. Un refrán que, según Aniceto de Pagés, “denota que regularmente suele uno experimentar el mismo daño que hizo a otro”.

     Continúa Valadez con una cita de Mariano  Aguiló:

   “...no confundas la paciencia, coraje de la virtud, con la estúpida indolencia del que se da por vencido.”

    Denota la enemistad que le “unía” a Barrientos, atenuada  por la imposición de su partido, para salir del paso de las municipales, las generales y andaluzas;  de lo cual pensaba desquitarse por sus “propios medios”. Lógicamente, cabe suponer que Valadez se refiere en este refrán a que no se dio “por vencido” después de acatar, como perro fiel, las órdenes de Sevilla de mantener a Barrientos como número uno en las listas. Algo con lo que él no estaba de acuerdo, pero que acató porque “son cosas que quedan en el seno del partido”; en contra de determinadas declaraciones anteriores hablando de la posibilidad de dimitir si no le hacían caso. Al final, su partido ha tenido más peso en su decisión que sus propios principios y el interés general. ¡Bienvenido a la política esteponera!.

     Entre los autores de su “refranero español” citados en CERDOS menciona  al enciclopedista francés Rousseau cuando dice:
 
   “la paciencia es amarga, pero su fruto es dulce”.

      Cabe suponer que esto mismo estarán pensando ahora los imputados falsamente por él. ¡Cuántas vueltas da la vida!; hoy podemos dar por hecho que “su fruto” era la consecución de la alcaldía. Veremos cuál es el fruto de la estrategia del “enemigo” que, por ahora, se desconoce aunque se intuye.

    Prueba de que para  Valadez era una guerra que librar, en el seno de sus desavenencias con Barrientos, lo demuestra su siguiente reflexión  en el citado artículo sobre el libro “El arte de la Guerra”:

   “Una obra maestra sobre el arte de la estrategia en la que se advierte que la velocidad es la esencia misma de la guerra. Aprovecha la falta de preparación del enemigo; viaja por rutas inesperadas y atácalo donde no esté prevenido”.

    Prosigue asegurando que “si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraerlos, primero tienes que organizar el orden, porque sólo entonces puedes crear un desorden artificial. Si quieres fingir cobardía para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que ser extremadamente valiente, porque sólo entonces puedes actuar como tímido de manera artificial. Si quieres fingir debilidad para inducir la arrogancia en tus enemigos, primero has de ser extremadamente fuerte porque sólo entonces puedes pretender ser débil”.

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